domingo, 18 de mayo de 2008

El traje


Un espacio decadente, absurdo y completo. Escondidos de nosotros para que se escondan de nosotros. Todo queda flotando.

Y cada mañana nos ponemos el traje limpio. Cada mañana el traje limpio nos cubre,
mientras el aire se va escapando de las gargantas.

Es semejante al sudor, todo esto, los espacios vacíos.

¿sobre qué vas a escribir?

Y cada ves que no cae la noche, vamos a extrañar la falta de luz.

Espero a que se vaya la luz. La luz espera a que me vaya yo. 

Todo es de vidrio y en el vidrio nos haremos transparentes.

Es el fin de las cosas, avisando que nunca se va a poder ganar. Y pese a todo se calienta el mar con los rayos del sol, o se calienta el sol con el llanto del mar. Se incrementa el agua sobre las cabezas y vamos a extrañar nuevamente la falta de luz.

Y cada mañana nos ponemos el traje limpio que atrae a los demás trajes.

Cada mañana sacamos a pasear a nuestro cerebro para tratar de entender cómo funcionan las mañanas, las tardes, el comienzo de las noches.

Cada mañana parecemos ladrar más despacio, con intenciones equivalentes a la monotonía. Entonces el vidrio nos hace transparentes.

¿sobre qué vas a escribir?

Se han apagado los sonidos y ya es normal el hablar de la bulla. 

Y ya es normal nacer, hablar, escuchar, nacer, escuchar y hablar.

Es el fin de las cosas, anunciando que nunca se va a poder ganar.

Pero no llueve aquí, así que es posible fingir. El pelo cubre los ojos y la nariz.
Hoy el planeta tierra ha descubierto cómo compadecerse de su desgana sin perder las ganas de descubrir. Hoy nos escondemos del sudor en este espacio vacío. 

Escondidos para que se escondan de nosotros.

Los mamíferos se saben reír del mar.

Los mamíferos se saben reír del mar.

Mientras se seca la tierra, el océano se recostará sobre nosotros, haciéndonos saber qué es la falta de aire y el sabor a sal.

Los carros volarán entre el agua sucia y nunca nos vamos a poder encontrar.

Y nunca nos vamos a poder encontrar. Las olas se extinguen cuando ya no hay piso. 

Es curioso cómo vamos a tener que aprender a nadar.

Y cada mañana flotar.

Y cada vez que se apaguen los sonidos del mar, 

ponernos el traje limpio que se va a volver a mojar.

¿sobre qué vas a escribir?

Entonces se aproxima la última ola, en el mismo momento en que estoy sacando a mi cerebro a pasear.

Los mamíferos se saben reír del mar.

viernes, 9 de mayo de 2008

LO QUE OCASIONAN LOS INSOMNIOS



Timbre, me levanté de la cama a regañadientes, bajé las escaleras para ver quien era el hijo de puta que venia a tocarme el timbre a las 6:00 de la madrugada y pobre de que sea uno de esos testigos de jehoba o una niñita boyscout que quiere venderme una galleta, o del operativo duna que quieren cortarme el cable.

Como me hubiera gustado ver a una tierna niñita con dos trencitas pidiéndome que le compre una galleta, y no ver lo que vi, no sentir la impotencia que sentí en ese momento. Abrí la puerta y lo vi completamente golpeado, el labio inferior partido en dos y con el mentón goteando sangre. Arrastró los pies hacia mi, me miró con esa mirada que utiliza en las mañanas cuando se levanta y me ve durmiendo, su rostro me trataba de decir que me amaba pero su boca no se lo permitía. Lo intentó y calló desmoronado sobre mi.

- Una cervecita más Don Carlos, y esta corre por mi cuenta.
- Gracias Joaquincito, hijo, me he sacado la lotería con un yerno como tu.
- NO hable tonterías Don Carlos, cuantos hombres como yo quisieran tener un suegro como usted y claro una novia como la mía.
- Ya ya ya, brindemos por cualquier huevada y dejemos de hablar pelotudeses.
SALUD

Todo lo que puede llegar a ocasionar un estúpido diario, una cobardía inmanejable, una infancia de mierda, unos pasitos a lo lejos y el silencioso sonido de las hebillas de una correa.

- Súbete Joaquincito, que compartiré contigo mi más intimo secreto, pero nada de estar contándole a Lucia . Es un secreto entre tu y yo, de hombre a hombre.
- A donde me lleva Don Carlos, ha tomado demasiado, Don Carlos baje la velocidad, carajo Carlos.
- Ya llegamos hijo, calma, abre el guantera y saca el estuchito verde y metete una jaladita pa’ que te relajes. Ya llegamos.
- No Carlos gracias, no es mi nota, con un tronchito me va mejor. ¿Dónde estamos? ¿De quien es esta casa?
- Es mía, acá vivimos toda la infancia Lucia, la alquilo y cuando nadie vive acá me meto mis escapaditas, como hoy que será una gran noche. Uy ya llegaron, anda abre y no me hagas quedar mal joaquincito.
- De que carajo hablas Carlos, estas ebrio, ¿quiénes han llegado?

NO entiendo porque nunca lo quemé, pensé que lo había perdido y que todo había quedado en el pasado.

Joaquín abrió la puerta y encontró a dos chicas vestidas de conejitas sumamente sexys que le dieron dos piquitos y entraron.
- Yo paso don Carlos, que la pases bien
- Pero hijo no me digas que eres marica, esto quedara entre nosotros.
- Chau Carlos
Joaquín antes de irse, paso por el que había sido mi cuarto de pequeña, encontró mi diario, el que había escrito desde los 8 hasta las 12 años. Lleno de ira fue en busca de mi padre.
- Te animaste hijo. ¿qué te pasa?

Me llene de valor dejé a Joaquín en el sofá. Me subí al auto y fui a buscar a papá. Entré a la casa, subí las escaleras y lo encontré echado en la cama completamente coqueado y dormido con las dos prostitutas en la cama. Esa imagen me trajo demasiados recuerdos, yo toda pequeñita, indefensa y mi padre a mi lado en la cama con residuos de cocaína en la nariz, como la tenía ahora. Estiré el arma, me temblaban las manos. Sonó un estridente disparo, volteé y Joaquín estaba ahí con un arma entre las manos, la soltó me abrazó. Las dos prostitutas salieron corriendo, despavoridas de la casa.

- Lo siento mucho mi amor, lo siento – le dije llorando
- Ya paso, todo quedara en el olvido – me dijo abrazándome