viernes, 9 de mayo de 2008

LO QUE OCASIONAN LOS INSOMNIOS



Timbre, me levanté de la cama a regañadientes, bajé las escaleras para ver quien era el hijo de puta que venia a tocarme el timbre a las 6:00 de la madrugada y pobre de que sea uno de esos testigos de jehoba o una niñita boyscout que quiere venderme una galleta, o del operativo duna que quieren cortarme el cable.

Como me hubiera gustado ver a una tierna niñita con dos trencitas pidiéndome que le compre una galleta, y no ver lo que vi, no sentir la impotencia que sentí en ese momento. Abrí la puerta y lo vi completamente golpeado, el labio inferior partido en dos y con el mentón goteando sangre. Arrastró los pies hacia mi, me miró con esa mirada que utiliza en las mañanas cuando se levanta y me ve durmiendo, su rostro me trataba de decir que me amaba pero su boca no se lo permitía. Lo intentó y calló desmoronado sobre mi.

- Una cervecita más Don Carlos, y esta corre por mi cuenta.
- Gracias Joaquincito, hijo, me he sacado la lotería con un yerno como tu.
- NO hable tonterías Don Carlos, cuantos hombres como yo quisieran tener un suegro como usted y claro una novia como la mía.
- Ya ya ya, brindemos por cualquier huevada y dejemos de hablar pelotudeses.
SALUD

Todo lo que puede llegar a ocasionar un estúpido diario, una cobardía inmanejable, una infancia de mierda, unos pasitos a lo lejos y el silencioso sonido de las hebillas de una correa.

- Súbete Joaquincito, que compartiré contigo mi más intimo secreto, pero nada de estar contándole a Lucia . Es un secreto entre tu y yo, de hombre a hombre.
- A donde me lleva Don Carlos, ha tomado demasiado, Don Carlos baje la velocidad, carajo Carlos.
- Ya llegamos hijo, calma, abre el guantera y saca el estuchito verde y metete una jaladita pa’ que te relajes. Ya llegamos.
- No Carlos gracias, no es mi nota, con un tronchito me va mejor. ¿Dónde estamos? ¿De quien es esta casa?
- Es mía, acá vivimos toda la infancia Lucia, la alquilo y cuando nadie vive acá me meto mis escapaditas, como hoy que será una gran noche. Uy ya llegaron, anda abre y no me hagas quedar mal joaquincito.
- De que carajo hablas Carlos, estas ebrio, ¿quiénes han llegado?

NO entiendo porque nunca lo quemé, pensé que lo había perdido y que todo había quedado en el pasado.

Joaquín abrió la puerta y encontró a dos chicas vestidas de conejitas sumamente sexys que le dieron dos piquitos y entraron.
- Yo paso don Carlos, que la pases bien
- Pero hijo no me digas que eres marica, esto quedara entre nosotros.
- Chau Carlos
Joaquín antes de irse, paso por el que había sido mi cuarto de pequeña, encontró mi diario, el que había escrito desde los 8 hasta las 12 años. Lleno de ira fue en busca de mi padre.
- Te animaste hijo. ¿qué te pasa?

Me llene de valor dejé a Joaquín en el sofá. Me subí al auto y fui a buscar a papá. Entré a la casa, subí las escaleras y lo encontré echado en la cama completamente coqueado y dormido con las dos prostitutas en la cama. Esa imagen me trajo demasiados recuerdos, yo toda pequeñita, indefensa y mi padre a mi lado en la cama con residuos de cocaína en la nariz, como la tenía ahora. Estiré el arma, me temblaban las manos. Sonó un estridente disparo, volteé y Joaquín estaba ahí con un arma entre las manos, la soltó me abrazó. Las dos prostitutas salieron corriendo, despavoridas de la casa.

- Lo siento mucho mi amor, lo siento – le dije llorando
- Ya paso, todo quedara en el olvido – me dijo abrazándome

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